La henna, cuyo nombre botánico es Lawsonia Inermis, es un arbusto milenario oriundo de Oriente Medio, India y norte de Äfrica.
Sus hojas trituradas y maceradas con algún ácido, desprenden un pigmento rojizo, pues el ácido rompe la celulosa del vegetal y libera ese pigmento.
Esta planta, cuyo uso es también milenario tanto para proteger y tratar afecciones de la piel, pelo, como para embellecer, como para realizar dibujos en la piel en ceremonias y rituales nupciales, llegó a Sefarad y se utilizó, especialmente en el sur de la península aunque también entre la población "morisca" en otras zonas. De hecho se cultivaba en Granada, durante el reino nazarí y se comerciaba con ella al igual que otra especia.
Fuente : Wikipedia
El uso de tatuajes con henna o alheña, término que se dio a esta planta en la península ibérica, en ceremonias como bodas, tenía un significado especial, pues se mantiene la creencia de que los dibujos con este pigmento atraen energía y fecundidad y repele la mala suerte.
Muy probablemente también en las bodas sefardíes se utilizaría del mismo modo, atendiendo al sincretismo cultural aludido en otras ocasiones.
Esta creencia, no es banal. Un efecto de la henna, es la de repeler insectos, ácaros y piojos, además de ser bactericida. Parece ser que Cleopatra, enjuagaba el pelo con una infusión de henna y mirra todos los días, para evitar los piojos.
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